sábado, 24 de septiembre de 2011

Capitulo 2


Capitulo 2: Libertad


La luz de Telperion brillaba, plateada y esplendorosa en la ciudad de Tirion mientras que de Laurelin menguaba su hermosa luz dorada. En la Mindon Eldaliéva, la torre de los Elfos, una figura miraba fijamente al horizonte, sin prestar atención a la persona que estaba detrás de él.


Atar ¿le sucede algo?—preguntó su hija que tenía al pequeño Nolofinwë en brazos, la niña había crecido en aquellos tres años, estaba casi igual de alta que su madre, sonriente y con mirada tranquila.
Solo pensando en donde estará tu hermano—respondió Finwë mirando por el ventanal.
El joven Curufinwë Fëanáro ama los viajes—contestó la jovenzuela despreocupada parándose al lado de su padre— seguramente estará explorando las bellas tierras.

El rey sonrió dulcemente acarició con ternura los cabellos dorados de Findis, ella era igual de amable y tranquila que su madre, con el talante y porte de los Vanyar, Fëanáro simplemente la ignoraba al igual que a su esposa.
En otro lugar dos Elfos estaban sentados en frente de una fogata, uno de ellos, tenía un viejo libro entre las manos, de rostro hermoso, los cabellos negros como plumas de cuervo y los ojos gris metálico, traía ropas de viaje, oscuras. Su acompañante, una mujer de ondulada melena pelirroja, vestida de verde oscuro, observando al joven disimuladamente con sus orbes color plata.
El príncipe hojeaba el cuaderno, divisando los sublimes dibujos que había hecho Nerdanel, al igual que las esculturas los dibujos de la hija de Mahtan, eran hermosos y realistas.

Eres una artista—susurró Fëanáro, en la hoja había un boceto de una dama, muy bonita pero las facciones no eran Noldo ni Teler —¿Una mujer Vanya?—preguntó arqueando una ceja.

Nerdanel suspiró levantando la vista hacía otra parte, se pasó una mano por la espesa melena, para luego volver a mirar a su acompañante.
Si, una dama Vanya me pidió que la esculpiera, así que tome algunos detalles de su rostro, pero cuando partí aun no lo había terminado—respondió tomando el libro que él le entregaba.
Muy extraño que la Gran Nerdanel deje algo incompleto—dijo en sorna arrojando una ramilla al fuego—¿Por qué no acabaste antes de marcharte?

La muchacha suspiró largamente, se levantó comenzando a caminar de un lado a otro pasando las manos sobre la cabeza.
Porque prácticamente me escape de la casa—se volteó a verle sonriendo, aunque el gesto no le llegó a los ojos—¿recuerdas a Nármacil?

Fëanáro asintió, recordando al obstinado y ambicioso aprendiz, que competía casi con todos los demás por ganar la simpatía y admiración de Mahtan pero solo conseguía miradas molestas y burlas. Aunque no le faltaba talento, nunca le sobró paciencia, perdía rápidamente los estribos si fallaba en algo, si bien supo antes de partir, fue que que el Elfo ya se había convertido en maestro.
Le vi hablando con mí padre cuando llegue del taller—no se había dado cuanta de que la chica estaba otra vez sentada a su lado—, creo que le estaba diciendo que piensa... cortejarme—finalizó con voz cansada.

El príncipe frunció el ceño, conocía a Nerdanel, ella era un mujer de firme voluntad, simplemente le costaba imaginar a su amiga al lado de ese sujeto, sobre todo por en los años que estudió con ellos murmuraba que las mujeres no deberían estar en la forja.
¿Está enamorado de ti?—cuestionó mirándole con un extraño brillo de celos en los ojos, la pelirroja lanzó una carcajada divertida.
Al menos esos son los planes de Nármacil—comentó haciendo una mueca—. Que me enamore de él, supongo que quiere ganar más posición con mí padre, es una tontería.
Los matrimonios siempre son por amor—dijo arqueando una ceja levemente—¿o no?
Entonces la muchacha se levantó y estiró los brazos, volviendo a reír fuertemente miró a su acompañante, se acercó con lentos pasos desde donde estaba y agachándose delante del Elda, habló con voz dulce.
Si yo me casará sería por el más profundo amor—susurró para luego sonreír con calidez—jamás me lograrían desposar, por interés, o por querer más gloría entre las estancias de Aulë. Porqué además ¿quien querría casarse con Nerdanel, la que no parece Dama? ¡Ja! ¿Creés que no he oído las patéticas habladurías de Tirion?

El firme espíritu de la Noldo era increíble, podía analizar a sus rivales, como un juego de estrategias, comprendiendo sus mentes, viendo que no valían la pena para competir y luego los sacaba del campo.
Una luz dorada se precipito cubriendo lentamente la plateada, Laurelin comenzaba su espectáculo de oro, la Elda se levantó de su lugar contemplado por un instante la luz que se veía a lo lejos, Fëanáro la observó un momento mientras estaba parada y en ese instante no creyó que hubiera cosa más hermosa que aquellos cabellos rojos brillando con el resplandor del Árbol del Día.

Nerdanel tomó el libro que su compañero había dejado en el suelo y lo metió en el bolso que en donde había traído para llevar sus cosas. El fuego se había apagado, un nuevo y bello día se asomaba, en un arrebato agarró una de la manos de su amigo entre las suyas y le puso de pie.

¡La luz de Laurelin comenzó!—exclamó girándose para verle, con los ojos plata brillante, extasiados—¡Vamos mí Señor!

El hijo de rey tomó también su bolsa, riendo entre dientes se la colgó en el hombro.
¿Adonde vamos?—le preguntó mientras caminaban.

Los rizos rojos y algo esponjados se movieron al igual que la cabeza de su dueña, le miró picara y luego se mordió el labio, como una expresión de malicia.
Aman es muy grande, Meldonya ¿no es bueno que hay más allá de Tirion? Yo sinceramente prefiero la libertad de viajar antes de someterme toda mí existencia.

Y así ambos partieron, lejos de las moradas de los Eldar, de las reglas, entre bosques y montañas, buscando aunque sea por poco tiempo solo una cosa: libertad.
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Gracias por los comentarios. 

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Capitulo 1


Capitulo 1: En los campos de Aman

Otra vez.

Otra vez se había ido.
Finwë suspiró, su hijo se alejaba cada vez más de ellos. Sabía que no le gustaba Indis por más que ella fuera dulce y amable con su hijastro pero Fëanáro no le hacía caso, nunca fue descortés ni maleducado simplemente frío, la sombra de su madre no dejaba la casa ni el corazón del joven príncipe.

Recordó el momento en el que salió de la habitación de su esposa con la pequeña Findis en sus brazos, con una ancha sonrisa en la cara. Su hijo estaba sentado en el salón con expresión pensativa y los brazos cruzados sobre el pecho, el rey se acercó al chico, quien solo le dirigió una mirada interrogante.
¡Mira, Curufinwë!—sonrió mostrando a la niña—Ella es tu hermanita.

Fëanáro analizó con sus profundos ojos grises a la bebe, era espantosamente parecida a su madrastra, los ojos azules y el brillante cabello dorado delataban la ascendencia Vanya de su madre.
¿La niña era su hermana? No. Ella era la otra hija de su padre o su media-hermana, pero ni a Findis ni a ninguno de los hijos de la segunda esposa de Finwë les consideraría hermanos, él siempre sospechaba que tanto la nueva reina como su familia querían quitarle el amor de su padre.

El rey Noldo quiso inclinarse para que Fëanáro pudiese cargar a la criatura pero el joven se alejó intentando de mostrar un sonrisa de disculpa pero solo le salió un mueca. Le hablo a su progenitor tratando de contener la frialdad y aspereza de su voz.
—Tengo que irme, Atar, Mahtan debe estar esperándome—se excusó haciendo una inclinación.
Enviar al Espíritu de Fuego a estudiar a las forjas había sido buena idea al principio, pues al convertirse en aprendiz, el Elfo encontró una perfecta excusa para no estar cerca de su familia (a excepción de su padre) , más cuando Finwë le comentó con igual felicidad el nacimiento de un nuevo vástago: Nolofinwë.


El viento movía plácidamente los campos de Aman, el aire era fresco y limpio como siempre.
Adoraba viajar, no tanto como la forja, explorar las playas, prados y bosques le ayudaba a saciar aquella pasión creadora y curiosidad imposible de calmar.

Fëanáro ya llevaba dos días viajando, las Tierras Imperecederas jamás dejarían de ser hermosas pero seguramente su padre quería que él se casase y tuviese una familia así que mejor era aprovechar su juventud. El las fraguas de Mahtan conviviendo con el Elfo barbudo y pelirrojo junto con los demás aprendices que le miraban curiosos al ver al hijo del rey trabajando junto a ellos pero el príncipe no miraba a ninguno ni les prestaba atención, en aquel lugar él solo iba a aprender.

También entre esos muros de piedra conoció a Nerdanel, la hija de su maestro.
La primera vez que vio a la muchacha le sorprendió, no solo por ver una mujer en las fraguas, sino que con solo verla todos se daban cuenta de que Mahtan, el herrero más amado de Aulë sin ninguna duda era su padre, pues cabello de la joven era largo, ondulado y rojo como las llamas.

Ella fue una gran amiga para el Elfo, no era como las otras damas, su belleza no era sorprendente, sino misteriosa y nostálgica, algunas veces en ciudad escuchaba que las otras doncellas se observaban a la escultora riéndose, murmurando que ella no era refinada pues siempre se la veía vestida simplemente, con camisas holgadas, simples faldas y delatares de cuero, dejando de lado la delicadeza y los labores de las mujeres.
Pero Nerdanel lo les prestaba atención, solo se limitaba a seguir trabajando en sus estudios y cada año sus esculturas tomaban más belleza, casi pareciendo personas reales, en poco tiempo se convirtieron en las mejores de Aman.

Se acercaba a un bosque bastante profundo, ya era muy noche así que bajo esos árboles frondosos encendió una fogata. Solo traía puestas ropas sencillas de viaje oscuras y una capa roja abrochada en el cuello con una pequeño emblema de su casa.
Observaba las llamas pensativo, preguntándose cual sería su curso el día siguiente pero un ruido en los arboles le sacó de sus divagaciones.
¿Quién anda ahí?—preguntó poniéndose de pie, aquellos sonidos no pertenecían a ningún animal salvaje.
No creo, mi señor, que quiera atacar a una vieja amiga—comentó una dulce voz saliendo de entre los árboles.
De la espesura apareció una dama, alta, de tez sonrosada y con pecas, vestida con una túnica verde oscuro, sus facciones eran graves pero miraba a Fëanáro con una sonrisa, la capucha que pendía de la capa ocultaba sus rojos cabellos.

Y en los campos de Aman se encontró de nuevo con ella, con Nerdanel.

Solo cenizas

Esta es la primera historia que publico. Espero que les guste.



Solo cenizas

Prologo

Ya nada quedaba.

La montaña sagrada se torno oscura desde ese día, aunque a su perspectiva todo era oscuro desde que había visto aquellas joyas con la luz de los Árboles.

Veía como su pueblo se marchaba, como sus hijos y su esposo se entregaban a un Juramento Maldito, que les arrastraría hasta el fin de Arda.
La Sabia, no tenía idea de que ese titulo le correspondiera en ese momento, con toda la paciencia, con su gran sabiduría no había podido detenerle, ni siquiera le escuchó a ella en ese momento.

Cuando se marchó a la casa de su padre por la tristeza porque ya no podía dominar aquel espíritu flamante sin quemarse junto con él.

¿Por qué dejó de buscar su consejo? ¿Por qué de repente desconfiaba tanto?

¿Habían dejado de quererse? Como se lo preguntaba cada vez que veía el horizonte, tal vez si, pues ambos habían elegido caminos diferentes, él eligió la venganza, el odio y ella la sabiduría, la quietud, la soledad.
Una profunda soledad.

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El fanfic es del Silmarillion, luego publicare los próximos.

Namárië.

Aiya!

Bueno bienvenidos a mi blog, en este lugar publicare mis fanfics/historias originales o hablare de libros, películas, etc...